Jugarse la piel: el nuevo ensayo de Nassim Nicholas Taleb. Sobre asimetrías, compromiso y supervivencia.

Uno de las actos más conflictivos del ser humano es el incumplimiento de la palabra y la disonancia entre lo que se dice y lo que se hace. Las palabras y las ideas tiene que jugarse la piel a través del compromiso. Todos lo hemos sufrido a nivel profesional e incluso en el más sensible ámbito familiar y emocional. Además de significar falta de empatía y pérdida de credibilidad, el principal problema de incumplir la palabra es una profunda asimetría: quien sufre el incumplimiento siempre pierde y quien lo comete no se ve obligado a “pagar” su cambio de decisión. Es muy fácil tomar decisiones -o cambiarlas- cuando la asimetría juega a a favor del incumplidor, que en su “nueva” decisión, razona: “decido esto porque es lo que más me favorece”. Así se trasladan los perjuicios a la otra persona que hasta el momento actuaba según la palabra dada. Sin embargo, una gran virtud del ser humano es tomar decisiones asimétricas con el desequilibrio jugando en contra del decisor, entrando incluso en conflicto con sus propios intereses. Por ejemplo, en el campo laboral, decir que no a un compromiso ya previamente asumido e igual pagar los honorarios acordados; en el campo emocional: confiar y aportar en alguien ciegamente sin ningún tipo de controles; en el campo familiar, ayudar a alguien a riesgo de perder tiempo o dinero en la acción y sin ser recompensado. El mayor virtuosismo asimétrico suele ser familiar, en la relación de padres a hijos.

De estas asimetrías trata el nuevo ensayo del siempre best-seller Nassim Nicholas Taleb: Jugarse la piel. Asimetrías ocultas en la vida cotidiana, publicado en castellano en 2018 por Paidós. En ensayo es muy atractivo de términos de construcción de identidad personal a partir de la generosidad. En este comportamiento está el origen de la admiración a ciertas personas y la desconfianza hacia otras. El autor de El Cisne negro y Antifrágil (ya reseñado en Digitalismo) afirma que jugarse la piel lleva siempre a un conflicto de intereses y que “la voluntad de aceptar los propios riesgos es un atributo esencial de héroes, santos e individuos prósperos en todos los ámbitos de la sociedad”. La falta de palabra no sería tan eficiente para el incumplidor si hubiera simetría exigida en el fracaso y tuviera que alimentarse de aquello que ofrece a los demás: “si obtienes recompensas, también debes asumir los riesgos, no dejar que otros paguen el precio de tus errores. Si pones en riesgo a los demás y estos resultan perjudicados, tienes que pagar un precio por ello.” Taleb enfatiza en las asimetrías señalando que: “Quienes no se juegan la piel poseen una opción oculta a costa de los demás. Quienes se juegan la piel conservan sus beneficios y asumen su propio riesgo. Quienes se juegan la piel por otros o ponen su alma en juego asumen las desventajas en beneficio de los demás por valores universales.”

Nassim Nicholas Taleb lleva la idea de jugarse la piel a varios campos de la sociedad e incita a sus lectores a un mayor compromiso con su palabra y con la verdad vistas a largo plazo y basada en la supervivencia común: “primero actúa la supervivencia; después la verdad, la comprensión y la ciencia”. En esas prioridades, la racionalidad es gestión del riesgo para sobrevivir. Para el autor, “solo puede haber evolución si hay riesgo de extinción. Si no nos jugamos la piel no hay evolución (…) Nunca convencerás del todo a alguien de que está equivocado; solo la realidad podrá hacerlo. Pero a la realidad no le importan los argumentos ganadores: lo que importa es la supervivencia. La maldición de la modernidad es que cada vez estamos más colonizados por una clase de personas cuya capacidad para explicar las cosas supera a su capacidad de comprensión.” Así, la supervivencia -y el karma dirían los más espirituales- harán su parte para restaurar los desequilibrios individuales en un entorno social más amplio. “Los humanos somos animales prácticos, locales y sensibles a la escala. Lo pequeño no es igual que lo grande; lo tangible no es lo abstracto; lo emocional no es lo lógico.” La escala lo cambia todo. Una falta de palabra a nivel individual puede no repercutir al incumplidor en el corto plazo quien se beneficia de sus cartas ocultas, pero si se analiza con escala de tiempo y redes, puede afectar significativamente a su prestigio social en las redes de lazos sociales débiles y fuertes que ambas personas poseen en común. Para Taleb: “la política más eficaz y más libre de vergüenza es la transparencia máxima, lo cual incluye la transparencia de intenciones”, a partir de romper tres errores habituales: “pensar en términos estáticos y no dinámicos; pensar a pequeña escala y no en lo grande; pensar en términos de acciones y no de interacciones”.

En un texto un tanto caótico y desordenado, Taleb se anima a darnos a los lectores lecciones sobre casi todo y allí es donde el ensayo pierde cierto rigor. Por esto, comparto los fragmentos que me resultaron más atractivos, en mundos que nos son afines como la gestión pública, el desarrollo social, la cultura emprendedora y el debate de ideas.

 
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Sobre otras asimetrías y cómo tratarlas.

DISCUSIÓN DE IDEAS. ¿Cuántas veces hemos conversado intentando imponer nuestro criterio y sin escuchar en profundidad al otro? ¿Cuántas veces discutimos con vocación de aprender? En su ya mítico Republic.com, Cass Sunstein nos enseñaba que “en una república libre, los ciudadanos aspiran a un sistema que proporcione una amplia variedad de experiencias con otras personas, temas e ideas que no habrían elegido de antemano.” Aquí es donde Taleb nos da una pista muy alentadora y de un gran aprendizaje: “El arte de la conversación consiste en evitar cualquier desequilibrio. La gente tiene que ser igual, al menos para el propósito de la conversación; de otro modo fracasará. Debe estar libre de jerarquías y sus contribuciones han de ser equitativas. Es mejor cenar con tus amigos que con tu profesor, a menos que tu profesor comprenda en arte de la conversación.”

DESARROLLO SOCIAL. Taleb razona de manera disruptiva diciendo algo muy diferente a lo que siempre escuchamos: “La sociedad no evoluciona por consenso. Todo lo que hace falta es una regla asimétrica y alguien que ponga en juego su alma. (…) La regla de la minoría: la madre de todas las asimetrías. Basta con una minoría intransigente con una significativa inclinación a jugarse la piel para que toda la población tenga que someterse a sus preferencias.(…) Pensemos que si la ciencia se hubiese guiado por el consenso de la mayoría, todavía estaríamos en la Edad Media. Las revoluciones son indiscutiblemente obra de una minoría obsesiva. Y todo el progreso de la sociedad tanto económico como moral, es obra de un pequeño grupo de personas.”

GESTIÓN PÚBLICA. Taleb dice que jugarse la piel en la administración de los bienes públicos es descentralizar, porque las decisiones en la escala menor y más humana hacen que los desequilibrios entre el decisor y el ciudadano sean más visibles. Para Taleb, “la burocracia es una estructura mediante la cual una persona es convenientemente separada de las consecuencias de sus actos. (…) Se debe descentralizar: limitar el numero de individuos inmunes y con capacidad decisoria. La descentralización reduce las grandes asimetrías estructurales. En este nicho de la gestión pública, Taleb también reflexiona sobre las asimetrías en política: “En los países donde la riqueza se obtiene a través de la manipulación o explotación del entorno político o económico, sea por la vía del patrocinio o por la imposición de regulaciones, la riqueza se plantea como suma cero. Lo que una persona obtiene se le ha quitado a otra.”

CULTURA STARTUP. El autor resalta aquí otra asimetría entre hacedores y pensadores: “El emprendedor gana actuando, no convenciendo. Hay campos del conocimiento que caen en la charlatanería porque no hay asunción de riesgos que los vincule con la realidad.” Ya nos había seducido en 2006 la lectura de “On Bullshit. Sobre la manipulación de la verdad”, Harry G. Frankfurt. En ese texto, se mencionaba la falta de dedicación de muchos hablantes de pretender traducir un estado de cosas sin cuidar las exigencias que requiere representar la realidad a través de la argumentación. Al no haber riesgos, no hay compromiso de aprender. Para el filósofo Frankfurt, la charlatanería tergiversa necesariamente dos cosas como mínimo. Tergiversa aquello de lo que se está hablando y, al hacerlo, se engaña a si mismo sabiendo que lo que dice no es correcto, o no tiene precisión en su afirmaciones.

“Taleb reafirma algo que ya habíamos explicado en Geekonomía: “La mayor parte de los éxitos empresariales de los últimos tiempos empezaron su andadura gracias al trabajo de personas que se jugaron la piel y pusieron su alma en la empresa, y luego crecieron orgánicamente. La financiación no fue el principal motor de su creación. No se crea una empresa creando una empresa.” En el emprendimiento y el quehacer cotidiano; “La gente que siempre ha actuado sin jugarse la piel busca lo complicado y lo centralizado, y evita lo simple como si fuera la peste. Los que practican lo de jugarse la piel desarrollan el instinto opuesto y buscan la heurística más simple.”

 

 

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