Factfulness. Decidir en la pandemia con base en hechos y datos científicos.

Factfulness. Decidir en la pandemia con base en hechos y datos científicos.

Pocas veces como en estos últimos doce meses hemos sido afectados con tanta claridad por la información que recibíamos diariamente. Cada nuevo dato sobre la pandemia y cada conferencia de prensa de un gestor público terminaba afectando nuestra vida cotidiana en formas de nuevas restricciones o aperturas. Pocas veces en nuestras vidas fuimos tan dependientes de la solidez de los hechos basados en datos científicos. Sin embargo, hemos convivido con oportunistas, negacionistas y todólogos mediáticos. Informar y opinar con rigor basado en datos no es fácil. Requiere una dedicación y esfuerzo que no es compatible con el ritmo mediático, menos aún en la televisión abierta y canales de noticias 24 horas. Dicho rigor no parece importarle mucho a los tertulianos y opinadores profesionales. Entretener no es informar. Y eso lleva a priorizar las malas noticias y enfatizar en los aspectos críticos. Sistemáticamente subestimamos el enorme y continuado progreso que hace la humanidad.

Hans Rosling fue un brillante profesor sueco y médico de salud pública. Descubrí su trabajo en una conferencia TED que me apasionó y me llevó a querer saber mucho más de su trabajo con la Fundación Gapminder, un emocionante emprendimiento de un profesor e investigador (Hans) y dos diseñadores visuales (Ola y Anna Rosling), destinado a “combatir la devastadora ignorancia con una visión del mundo basada en los datos”. Con esa admiración, me devoré su libro publicado por primera vez en 2015: Factfulness: Diez razones por las que estamos equivocados sobre el mundo. Y por qué las cosas están mejor de lo que piensas, escrito en familia junto a Ola y Anna.

 

 


Factfulness significa actuar con hechos y datos. Es el estado de actuar con los hechos. Su apropiación es imprescindible para poder comprender mejor esta pandemia mediatizada y cómo afecta emocionalmente nuestras vidas. Debemos poner un límite al consumo de dramas humanos. Los datos globales de la ONU, UNESCO y otras organizaciones globales indican que las malas noticias no son un corte realista y equilibrado de la sociedad. Los datos estadísticos deberían formar parte de una sana dieta informativa. Primero el dato y su infovisualización (cuanto más fácil se presente, mejor y más rápido se entenderá). Recién luego viene la opinión. Factfulness es un protocolo de actuación esencial para periodistas, educadores (no se pierdan la excelente herramienta de Gapminder), cientistas sociales, gestores públicos, activistas globales y especialmente para negacionistas y sobreactuadores. Por esto hemos incorporado ejercicios de combate a los instintos (los veremos a continuación) en algunos de nuestros diseños, como 2222 -la app educativa que estamos diseñando para docentes ecuatorianos-, así como en los talleres Outliers School que damos para periodistas en Brasil y para docentes en toda América Latina. Para Rosling, “las malas noticias pueden significar una mayor vigilancia hacia los problemas del mundo, pero no representan una mayor cantidad de cosas malas.” Los periodistas podrían saber cuando políticos, activistas o relaciones públicas de ONG’s y empresas están creando historias exageradas. La forma más sutil para ser engañados es con los números y la generalización. “El útil y necesario instinto de generalizar puede resultar apropiado a veces, pero muchas otras distorsiona nuestra visión del mundo.”

El trabajo de la familia Rosling me hace recordar al de Peter Diamandis y Steven en Kotler con “Abundancia. El futuro es mejor de lo que piensas.” publicado en 2013. Ya reseñé ese trabajo en Digitalismo. Ambos autores teorizaban sobre el concepto de la Abundancia: la innovación tecnológica, muchas veces disruptiva y exponencial- nos lleva a un período de abundancia en el planeta. Sin embargo, nuestro instinto de supervivencia hace que la sensación de escasez siga dominando nuestro cerebro. Las carencias o las pérdidas son un valor más enfático en nuestras vidas que los logros. Más allá de los valiosos cuestionamientos de la sostenibilidad industrial, slow life o el más radical decrecimiento feliz, aprecio de ambos trabajos su optimismo bien argumentado hacia el futuro. Si se observan en perspectiva de 100 años, los datos son sintomáticos de esa evolución de la escasez hacia la abundancia. En ambos ensayos no sólo se menciona el dato optimista más significativo: la esperanza de vida en todo el mundo. También se analiza el acceso a Internet como biblioteca universal, la conectividad a bajo coste, el intercambio global y eficiente de productos y servicios, la gestión eficiente en las ciudades, entre otras variables significativas.

La historia de las ideas son extensas capas de presunciones y verdades absolutas, donde cada generación viene a matar y reconfigurar las ideas de la generación anterior, diseñando un nuevo imaginario social acorde a su tiempo. Las ideas son inestables y las verdades provisionales. La enorme dificultad que tenemos los seres humanos con las ideas es la dificultad de reevaluar lo que consideramos verdad desde el propio presente. Es muy difícil cuestionar la fiabilidad de las ideas que son aceptadas hoy por toda una sociedad. Para este ejercicio intelectual, necesitamos mejores datos y la superación de los instintos del factfulness. En el ensayo filosófico “But what if we´re wrong? Thinking about the present as if it were the past.” (2016), Chuck Klosterman sugiere pensar el presente del mismo modo que pensamos el pasado. ¿Cómo nos parecería 2017 si lo viéramos en 2050 o incluso más allá? Quizás en 2117, los sociólogos tengan consenso sobre la idea de que la democracia de un siglo atrás era ineficiente y muy poco democrática. ¿Cuál era el razonamiento científico que les llevaba a pensar que los vehículos a motor debían moverse con combustibles fósiles? Klosterman afirma que este es un error permanente de las sociedades y propone desconfiar de las narrativas objetivas. Pero volvamos al estado de actuar con los hechos y datos, para entenderlo mejor. Hans Rosling enseña que en general, tenemos una visión muy pesimista del comportamiento humano y la evolución de la sociedad global. Parecería ser que fuéramos a peor, y es exactamente lo contrario en todas las variables que podamos imaginar. Además, los mayores éxitos se han dado solamente en las últimas dos décadas, lo cual habla de unas expectativas emocionantes para el futuro que espera tras la pandemia. Y aunque los medios son grandes responsables de esa visón pesimista y dramática sobre la evolución de la sociedad humana, para Rosling, “existen razones complementarias y de más sutil percepción. Es muy difícil cambiar la visión superdramática del mundo porque ella deviene precisamente de la manera como funciona nuestro cerebro.”

Mejoras lentas y graduales no suelen ser noticia, pero son muy importantes. Veamos solo uno de los grandes datos de la vida humana: la disminución de la pobreza extrema. Según datos del banco Mundial y la ONU, en los últimos 20 años la proporción de población mundial viviendo en esa condición cayó a la mitad. ¿Han estado en los últimos años las noticias reflejando ese éxito de la sociedad humana? En 1800, el 85% de la población humana vivía en extrema pobreza. Quizás nos hayamos ido muy lejos para comparar. Volvamos al siglo XX. En 1966, el 50% de la población mundial vivía en extrema pobreza. En 2017 ese porcentaje bajo al 9%. Y sigue bajando año año (con la excepción de los datos de 2020 que reflejan una retracción importante del éxito por causa de la pandemia global y sus confinamientos. Las infovisualizaciones de Rosling explican los datos de una manera que resulta imprescindible para decisores públicos: “El único medio para contener la expansión poblacional es erradicar la extrema pobreza y dar una vida mejor a las personas, incluyendo educación y anticonceptivos. (…) Los datos muestran que la mitad del aumento de la supervivencia infantil se debe a que las madres saben leer y escribir. Así, si se tienen recursos muy limitados y se está invirtiendo dinero para mejorar la salud en los niveles de menores ingresos, debería colocárselo en las escuelas primarias, educación de enfermeras y en vacunación. Los hospitales de lujo pueden esperar.”


Vamos a reconocer los instintos humanos que señala Rosling y veamos cómo combatirlos para vivir una vida basada en hechos y datos científicos.

1. Instinto de separación. Se trata de la compulsión al pensamiento binario, a una división entre buenos y malos, donde no existen escenarios intermedios. Para Rosling, la grave equivocación es creer que el mundo está dividido en ricos y pobres, norte y sur, renta baja y renta alta. “Los medios alimentan esto con historias de billonarios o de extrema pobreza, pero generalmente la mayoría de los datos y las vidas están en el medio de ambas, Donde debería haber una frontera entre dos mitades del mundo, es donde precisamente está la mayoría de las personas.”

Para su todo su análisis estadístico sobre la evolución humana, Rosling organiza cuatro niveles de renta. En esa taxonomía, solo el 9% de las personas vive en países de renta baja, menos de 2 dólares al día. El nivel dos es para quienes poseen de 2 a 8 dólares al día. El nivel tres, es de 8 a 32 dólares al día. En tanto el nivel cuatro es de 32 dólares al día en adelante. Quienes están leyendo este articulo y este autor vivimos en el nivel cuatro, y la mayoría de percepciones que tenemos de los niveles restantes están mediatizadas. En mi caso, hago un gran esfuerzo para salir de esa percepción mediatizada y por esto, he adoptado hace muchos años una vida nómada, viviendo y trabajando en ocho países solo en la última década. Sin embargo, mis rutinas en esas sociedades también son de nivel cuatro, con personas, comunidades y prácticas culturales en ese nivel. ¿Cómo superar nuestra limitada visión del mundo?

2. Instinto de negatividad. Se trata de la tendencia a prestar más atención a las cosas malas que a las buenas. Para Rosling, existe algo del gen de supervivencia en esa actitud y tres cosas que están sucediendo: “los recuerdos errados del pasado de la humanidad, los relatos selectivos de los medios de comunicación y la sensación de que con situaciones tan difíciles en la vida de algunas personas, es cruel afirmar que estamos mejorando. (…) Las historias sobre mejoras graduales raramente ganan espacio en la agenda mediática, a pesar de que ocurren con impacto sobre millones de personas.” Una recomendación para sumar a la agenda de la transformación de la educación formal: “Los países glorifican su historia (y las personas su pasado), pero generalmente esa historia no fue mejor que este presente.”

3. Instinto de la línea recta. La tendencia al ver una línea recta en una gráfica es asumir que continuará siendo recta. Una vida actuando con hechos y datos es entender que muchas tendencias no siguen líneas rectas, sino que son curvas en forma de S, de monte, de tobogán, etc. Las tendencias con líneas evolutivas rectas suelen ser raras. Con el crecimiento de nuestros niños, todos sabemos que por fin un día dejan de crecer y se aplana definitivamente la curva luego de la adolescencia.

4. Instinto del miedo. Como bien sabemos hoy con la pandemia global, riesgo es igual a cuán peligroso es algo más sus posibilidades de exposición a ese peligro. Para Rosling, el instinto del miedo “puede ser muy efectivo para eliminar cosas peligrosas del mundo, como la insistente lucha por el desarme nuclear, sin embargo muchas veces el instinto se sale de control y distorsiona el análisis de los hechos.” Los seres humanos tenemos un filtro de atención entre el mundo y nuestros cerebros, y ese filtro da prioridad a las historias dramáticas y alarmantes, especialmente las que pueden perjudicar a seres queridos y a nosotros mismos. “Y así terminamos pensando que los hechos poco comunes (el incendio, el accidente, la tragedia, el virus) son comunes. (..) Nunca el planeta fue más seguro y menos violento.” Si bien el cisne negro de la pandemia del COVID-19 harán que 2020 y 2021 sean malos años en los rubros estadísticos de salud y economía, serán mejores en tema de emisiones de CO2, gastos en transporte y distancia de desplazamiento per cápita, implantación ecológica del teletrabajo, inversión en sanidad y muchos otros rubros.

Rosling enfatiza en un ejemplo de una visión del mundo basado en hechos y datos: la drástica reducción de muertes por desastres naturales, especialmente en los países de renta de nivel uno: 59 personas fue la media de muertes anuales por millón de personas entre 1965 y 1990; 31 fue el número entre 1991 y 2016. Se trata de una reducción de casi el 50%. ¿Se debe este éxito de la humanidad a menos desastres naturales o a una mayor y mejor inversión humana? ¿Cómo deberíamos gestionar el miedo en estos casos? “A pesar de la gran cobertura mediática, los miedos más habituales de la humanidad como desastres naturales, asesinatos, caída de aviones, fugas nucleares o terrorismo, solo matan a menos del 1% anual.” Comparto un dato sobre terrorismo en EEUU que me ha sorprendido (como muchos otros datos del gran trabajo de Rosling): “En EEUU el riesgo de ser atropellado y muerto por una persona alcoholizada es 50 veces mayor que el riesgo de ser muerto por un terrorista.”

5. Instinto de tamaño. Rosling aconseja evitar analizar números solitarios: “nunca serán significativos si no se pueden comparar con otros números. Y especialmente se debe tener cuidado con los números grandes. Comparados, podrían resultar extremadamente pequeños y ser resultado de una política exitosa. Se deben poner los datos en proporción. (…) Cantidades y tazas pueden contar historias muy diferentes. Las tasas per cápita son muy significativas, especialmente entre grupos de diferentes tamaños. La responsabilidad que Occidente le atribuye a China e India por el cambio climático no es justa, dado que no se puede medir por naciones sino por número de habitantes. Hablando de proporciones, ¿sabía que de 7 billones de personas en el mundo, 4 están en Asia? 1 + 1 + 1 + 4, es América + África + Europa + Asia. Y los occidentales seguimos pensando que somos el centro económico y cultural de la humanidad.

6. Instinto de generalización. Volvemos a Peter Diamandis y a su Abundancia: “Cuando una idea realmente supone un avance, es porque hasta el día antes de ser descubierta debe haber sido considerada loca, tonta o ambas cosas, de otro modo no sería un avance.” Generalizar destruye la innovación y la apertura a nuevas ideas y hechos. Rosling recomienda cuestionar nuestras categorías y tener cautela con la idea de “la mayoría opina que”. Esa mayoría podría estar entre el rango del 51 % al 99% y evidentemente ambos números indican olas de pensamiento muy diferentes. Se debe tener cuidado con generalizar las casuísticas excepcionales, especialmente no tomando nuestras experiencias de nivel cuatro para entender el comportamiento de todos los estratos sociales. Viajar -pero no como turista, sino teniendo vida y trabajo local- es una de las mejores herramientas de aprendizaje para mejorar la competencia de la diferenciación. Me quedé fascinado con una idea del factfulness que todos deberíamos aprender: “aceptar que las personas no son idiotas, simplemente tienen comportamientos culturales diferentes a los nuestros, imprevistos muchos veces, pero que incluso pueden ser más inteligentes.”

7. Instinto de destino. Se supone que existen características innatas, constantes e inmutables que determinan el destino de las personas y sociedades. Peor aún, son generalizaciones y son “sentimientos disfrazados de hechos”. Para muchos, África es un continente que nunca podrá avanzar lo suficiente. Para Rosling y su experiencia trabajando en salud pública en el continente, “en partes de África está habiendo avances similares a los de Asia hace dos décadas. Las diferencias dentro de África son enormes, pero desde Occidente seguimos viendo esa parte del mundo con nuestra visión vieja, inmóvil y colonial.” Es la idea de que las cosas son como son por razones inevitables e inexorables y nunca cambiarán. Que las características innatas determinan los destinos de las personas, los países, las religiones o las culturas. Muchos de los hechos y las figuras históricas que sabemos son en realidad “versiones mitológicas recurrentes de una misma historia y todo lo que sabemos del mundo antiguo son narrativas ficcionales”. El concepto de éxito es personal y arbitrario. Clasificar a alguien como el más exitoso en algo habla más de la fuente cultural de esa clasificación que del sujeto mencionado. 

8. El instinto de perspectiva única. A la hora de entender el mundo, es más fácil centrarse en una perspectiva única. ¿Cómo superarlo? Recuerda que es mejor contemplar los problemas desde muchos ángulos para lograr una evaluación más precisa. Se deben poner a prueba nuestras ideas. En esta era de sobreinformación, el consenso es una herramienta de validación de las ideas. De allí deriva la importancia de la legitimidad social. Sin embargo, la legitimidad social basada en la atención mediática y su carencia de especificidad, hace que sea muy difícil generar verdades profundas. Y eso lo sabe la ciencia. Klosterman (2016) recomienda el esfuerzo intelectual de “pensar como niños y no dejarnos paralizar por el consenso social”. El problema es que Internet, los dispositivos móviles, la cultura de la inmediatez y su lectura en vertical no ayudan mucho a construir verdades profundas. Deberíamos probar nuestras ideas favoritas en búsqueda de puntos débiles. Procuremos personas que nos contradigan y presenten ideas diferentes. De eso de tratan los ejercicios de retrolimentación del método Outliers School.

Rosling provoca a sus lectores de perspectiva única: “los especialistas solo lo son en sus áreas de conocimiento. Y muchos activistas exageran -de forma deliberada o involuntaria- el problema al cuál se dedican.” Incluso se atreve a cuestionar a las democracias liberales, mismo reafirmando su creencia que es el mejor sistema para administrar un país: “la democracia no es la única solución para los problemas globales. Entre los países que han conseguido grandes progresos económicos y sociales, muchos no son democracias. De los 10 países con mayor crecimiento económico, 9 tienen nota baja en democracia. (…) Quienes afirman algo tan señalado como que la democracia es una necesidad para la expansión económica y los avances sociales, deberían modificar su perspectiva única.” Cuando algún ecologista idealiza el pasado y menciona que el ser humano solía vivir en equilibrio con la naturaleza, Rosling sugiere que habría que preguntarle de qué período nos habla y qué tiene de mejor. Hasta 1800, morían cuatro de cada seis humanos antes de volverse padres. Los humanos morían en equilibrio con la naturaleza. Era profundamente brutal y trágico”.

9. El instinto de culpa. Rosling señana que “para comprender la mayoría de problemas significativos del mundo, se debe mirar a los sistemas por encima de las personas. Colocar chivos expiatorios bloquea nuestra capacidad de evitar problemas semejantes en el futuro. Observe causas y sistemas, no villanos y héroes.” Una vez que encuentras un culpable, dejas de buscar los verdaderos motivos. ¿Cómo evitarlo? Estando preparados a cambiar de opinión cuando aparecen nuevos datos. Es bien relajante ser humilde, porque no se precisa estar defendiendo posiciones todo el tiempo o tener una opinión lista para cada situación.

10. El instinto de urgencia. Rosling sugiere combatirlo actuando con calma, pidiendo más tiempo y más información. Casi nunca una situación es una inmediata decisión sobre “esto o aquello”. Se debe reconocer cuando una situación es urgente, y raramente lo es. Para tomar esa decisión, son necesarios datos precisos y relevantes. “Tenga mucha cautela con acciones drásticas. Piense cuáles serían las acciones colaterales. (…) En este presente que eliminamos peligros más inmediatos, nos enfrentamos a problemas más complejos y abstractos, que requieren una mayor reflexión y un pensamiento analítico.”

Barabási en Bursts (2010) nos enseña que la mayoría de nuestras acciones están conducidas por leyes, patrones y mecanismos similares en predicción y reproducción a las que existen en la naturaleza. Estudiar qué es normal y qué es único en la actividad humana es de una enorme complejidad pero con el análisis de los grandes volúmenes de datos y el machine learning, esto y será cada vez más eficiente. Este es el nuevo desafío de las ciencias sociales: dejar de “opinar” sobre los grandes temas y esforzarse en el factfulness y en la comprensión y ejercicio del big data para predecir a la sociedad. Para luego poder contribuir a tomar las mejores decisiones posibles con recursos limitados. La familia Rosling y las imágenes de su Dollar Street nos enseñan que “el mundo no puede ser comprendido sin números, y no puede ser comprendido solamente con números”.

 

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