Hace más de una década que ejerzo como docente universitario en España. Siempre pensé que la diferencia entre un buen estudiante y un estudiante regular era su motivación, persistencia, foco, pensamiento crítico (que no quejarse de todo) y una alta dosis de inquietud de aprendizaje. Todos ellos, valores extracurriculares y no relacionados directamente con los contenidos de una clase. En este camino docente me he encontrado con estudiantes que -apoyándose en su motivación personal y en su misión de vida- pivoteaban su experiencia académica y su relación con los profesores alrededor de estas variables. Han sido mis alumnos preferidos. Con algunos de ellos luego he mantenido relación profesional.
Sin embargo, en mi experiencia española de la última década, pocos jóvenes viven la universidad con esa pasión. Un alto número de estudiantes circula por las aulas con el único objetivo de “aprobar” y “sacarse la carrera”, sin poseer una misión, entender hacia dónde quieren destinar su inmediato destino profesional y sin construir una estrategia propia de visibilidad profesional personal apoyada en estas variables antes mencionadas. Parte de esto tiene que ver con la inmadurez propia de esa edad. Otra parte tiene que ver con un sistema académico que muestra cada vez más crudamente su crisis pedagógica. Es un tema que me tiene un tanto obsesionado y vengo hablando de ello hace mucho tiempo. En mi nuevo libro, Opportunity Valley. Lecciones aún no aprendidas de treinta años de contracultura digital, dedico dos capítulos a ello. En la conferencia que adjunto en este artículo (brindada en la Universidad del Chubut, Patagonia argentina, agosto de 2014), me refiero a ello en el entorno de la cultura digital.
En el número de noviembre de Fast Company, el artículo de portada de su editor, Robert Safian es Generation Flux. Find our mission y su bajada de título es “In a world of rapid change and great uncertainty, the greatest competitive advantage of all may be at your very core”.
La reflexión no es nueva para los lectores de digitalismo. La hemos desarrollado con profundidad aquí. Safian define a la Generación Flujo como el grupo de personas mejor posicionada para alcanzar y liderar los rápidos cambios de estos tiempos. Los fluxers no son definidos por la edad sino por su habilidad para adaptarse al entorno y a las demandas profesionales.
Para Robert Safian, estas son las personas que están dirigiendo los negocios y la cultura. Su misión y propósito están el centro de sus acciones, encontrando ideas innovadoras para resolver los problemas del mundo. Su energía y foco en la misión aspiracional es su principal ventaja comparativa, con respecto a otras personas y organizaciones que ubican el dinero o el salario en el centro de sus aspiraciones. Los fluxers diseñan una vida centrada en dar, en vez de tomar o recibir, y ese sentido incrementan su productividad y la calidad de sus proyectos. Otro elemento esencial es el poder del NO. Este poder trae foco a nuestros proyectos. Si no se tiene pasión en lo que se hace, se dice NO. Y sobre todo, la Generation Flux construye y vive en redes digitales globales.
El concepto de Generation Flux me resulta complementario al de Knowmad, de mi colega y socio de Outliers School, John Moravec. En noviembre pasado estuve en Doha (Qatar) en la Wise Summit, la principal cumbre de educación a nivel mundial. Lo más significativo que encontré allí son equipos y personas que están innovando radicalmente en la educación, pero desde afuera hacia dentro. Estas personas diseñan estrategias outside-inside, primero ponen su misión y la pasión en el centro para diseñar una experiencia única y, una vez legitimados, la transfieren a la comunidad y a la educación formal. Fast Company menciona y recomienda la conferencia viral de Csey Gerald en el acto de graduación de la Harvard Business School en este 2014</a>. Desde el hashtag #genflux se puede seguir la conversación alrededor de este concepto.
John Moravec (2008) define a un knowmad como un nómada del conocimiento. Una persona innovadora que puede trabajar con cualquiera, en cualquier momento y en cualquier lugar, con “un pensamiento novel y adaptativo”. La actual fase madura de la sociedad red permite a los knowmads trascender sus limitaciones geográficas. Cada vez más, el mercado de la clase creativa opta por los mejores –estén donde estén–, no por los más cercanos.
Un knowmad no es sustituible por un computador, ya que realiza tareas de gestión de conocimiento y toma de decisiones que no puede realizar un algoritmo. Moravec (2013) se pregunta: ¿Qué tipo de tareas realizan mejor los computadores que los humanos? En la respuesta está la pista sobre los mercados laborales que ya han desaparecido o desaparecerán en los próximos años y aquellos que no han sido ni serán afectados. En tal sentido, en Knowmad Society (2013) Moravec profundiza en que el foco del aprendizaje está habitualmente puesto en las tecnologías WHAT –centradas en qué contenidos aprender–, cuando en realidad el foco debería estar puesto en las tecnologías HOW –centradas en cómo aprender y resolver problemas–. Para Moravec, las tecnologías WHAT son las indicadas para producir trabajadores de líneas de producción, mientras que las tecnologías HOW enfatizan en la producción creativa y requieren aprender y desaprender constantemente.
Trackbacks/Pingbacks